
Poseidótica y su aterrizaje en el Stoner Fest
Primera edición del Stoner Fest en el Teatro Vorterix de Colegiales. Poseidótica cerró una noche de un volumen arrollador.
La cosa arrancó bien temprano con Sutrah, Sauron y Banda de la Muerte. Tres bandas bien del palo, bien al palo. Referentes de la movida sin ninguna duda.
Llegamos al Stoner Fest II cuando estaba bien avanzado. Estaban sonando los últimos temas de Los Antiguos. Pegado a la barra del final del teatro veía la melena del Pato Larralde sacudirse y escuchaba los cañonazos de distorsión que salían de las violas de Sergio Conforti y David Iapalucci. De espaldas al escenario empecé a oir el pegadizo riff de El inventor del mal mientras cataba el primer fernet, y me preguntaba cómo era que una banda stoner podía hacerte bailar, o si yo era el único que me estaba sacudiendo. Pero miré a mi alrededor y vi un ejército de headbangers inventando pasos de rock and roll y haciendo poses de guitarras aéreas.
Para no bajar el tono de la noche la primera joyita que cortó el inmediato silencio fue La Distancia, y su tan recurrente melodía que te transporta a una película americana de detectives, un ambiente nocturno y nostálgico con toques de la era de Sherlock Holmes. A eso le siguió la arrolladora Elevación, primer temazo de Crónicas del Futuro, y la pregunta recurrente que me sigo haciendo después de cuatro años es: ¿La volverán a hacer con el extraordinario (si, y otra fecha con Violentango) Ernesto Romeo en los sintetizadores?
Y no es casualidad este anhelo de regreso permanente, porque con el correr de los temas se puede presenciar la filosofía dual que aborda Poseidótica: aquella convivencia armónica entre la conservación y la renovación. Si nos remontamos a la etapa fundacional de la banda, vemos por ejemplo que las canciones de Intramundo son -diez años después- repensadas, reflejando el cambio permanente inherente a lo humano, a lo interno y a lo estético. Ese reflejo de la necesidad de rememorar la historia y re-construirla nuevamente agregándole nuevos sentidos es parte de su esencia.
Ejemplo de esto fue Superastor, Hidrofobia y la excelente jazzera Las cuatro estaciones. Hidrofobia particularmente es uno de los temas conceptuales de Intramundo -el mundo interior- y la profundidad, el miedo a sumergerse en la densidad del pensamiento y enfrentarnos a nosotros mismos, reconocer nuestra finitud, vernos como seres incompletos. Como perfecto enganche previo y vuelta circular a los orígenes está Viaje de Agua, recién salida a la cancha, de El dilema del origen.
Para cerrar a todo trapo, la satrianesca Dimensión Vulcano y el pesadísimo (El) dilema del origen. Al esfumarse el escenario los pensamientos se siguieron sucediendo unos a otros a alta velocidad, motivados por los juegos visuales, la sonoridad y alguna que otra sustancia.
Lentamente se fueron encendiendo las luces y la cabeza fue volviendo a su lugar, a la calma de siempre, a la tensión habitual.